En mi día a día laboral la corrección de estilo a los textos de cada uno de los miembros del equipo es de lo más común. La verdad es que yo soy bastante celoso con lo que escribo y no suelo ser el más abierto ante los cambios.
Han llegado...
Ahora puedo continuar con el proceso de escritura. Agradezco a Khristo y me dispongo a regresar a mi lugar. Al abrir el archivo me doy cuenta de que no son muchos, aunque algunos podrían cambiar el fondo de mi documento (nótese que siempre me refiero a "mi documento" y no "al documento" mostrando la posesividad). Documento modificado, texto entregado. De nuevo mi compañero ha facilitado mi labor.
Al refleionar sobre los cambios que se le han hecho a mis textos me doy cuenta de que curiosamente son muy semejantes a los que yo propongo cuando me toca realizar la famosa corrección de estilo. La pregunta que me surge inmediatamente es: ¿Porqué cometo los errores que denoto cuando me toca criticar (en el buen sentido)? Después de dar algunas vueltas por mi cabeza me doy cuenta de que por más que lo niegue no soy sino uno de esos animales llamados hombres capaces de "caer en la misma piedra dos veces". Y lo más triste es que esta conclusión puede ser trasladada a cualquier ámbito de mi vida; diariamente cometo tonterías que seguramente he criticado en alguien más (soy un ente sumamente crítico). ¡Qué egoista!, ¡Qué mentiroso! Creo que a veces proyectamos nuestros errores en los demás y lo criticamos aún más fuerte de lo normal, debido a que en el fondo sabemos que son los mismos errores que nosotros cometemos.
Ojalá en la vida pudiera pedirle a mi amigo Khristo que me corrigiera las pendejadas que hago a diario para poder "entregar un final" libre de errores...pero no. Asi es que no me queda nada más que volver a decir: gracias Khristo.